En 2005 publicó el escritor portugués José Saramago una
novela, “Las intermitencias de la muerte”, en la que, como en casi todas,
empieza por un hecho imposible. En este caso se trataba de la repentina deserción
de la muerte de su habitual cometido. Esas inauditas circunstancias permiten al
escritor tratar acerca de la condición humana, de sus reacciones en todas las
dimensiones humanas posibles por el repentino e inesperado hecho. También, cómo
no, de las políticas y de quienes tratan de obtener todo tipo de ventajas aprovechando
las debilidades humanas y sirviéndose de los poderes que, desde antaño, el ser
humano viene utilizando para tales fines. Por supuesto, la frágil línea entre
la legalidad y la ilegalidad, para el poder, es un viaje de ida y vuelta. Lo
mismo da que lo llamemos poder político, económico, o maphia, como así es
denominado en la novela a un peculiar grupo de los que dominan la sociedad en
ese país imaginario.
¿Qué es la maphia? Veamos. Un político local candidato a la
alcaldía puede alzarse con un número de votos y de concejales que sean
insuficientes para formar gobierno. Pero para la maphia eso no será un
problema: ofrecerá dinero para que se apoye su investidura. Pasa el tiempo e inevitablemente
llegarán otras elecciones, y tampoco alcanzará el número suficiente para
gobernar. Como ahora en esta ocasión, escarmentados, ningún concejal acepta simplemente
el dinero, entonces prometerá que, además de ponerle sueldo y otorgarle la
responsabilidad en diferentes áreas, contrataría de asesor a una persona afín a
la concejal que pretende sobornar.
Pero, ¿cómo se pudo mantener en el poder la maphia en aquella
legislatura? ¿Acaso los vecinos/as no se percatan de lo que sucede y no se
rebelan? La maphia está organizada y sus tentáculos llegan hasta otras
instancias de poder. Por ejemplo, a la delegación de Medio Ambiente. En ella
cuenta con políticos afines a los instruye para que se expediente a cualquier
vecino que, dependiendo laboralmente de esa delegación, se atreva a cuestionar
sus políticas. Sus redes, además, se extienden a otras consejerías y organismos
oficiales; incluso a colegios profesionales. Cuenta, para ocultar sus innobles
propósitos y edulcorar las decisiones políticas que atentan al medio natural y
a los símbolos identitarios del pueblo, con medios de comunicación y
periodistas ligados al grupo que tergiversan la información para que aparezcan
como razonables. Por supuesto, cada equis tiempo promocionan su imagen
divulgando noticias acerca de su quehacer, que en nada se corresponde con la
realidad.
Las prácticas clientelares y nepotistas de la maphia tejen
una red que hace difícil la crítica sin generar enfrentamientos vecinales. Aún
así, cuando la crítica surge, la maphia no duda en restringir las libertades y
prohibir de facto el ejercicio de algunos derechos, entre ellos el derecho de
reunión. A veces, incluso, con ofertas, que nadie puede rechazar, para que
otros particulares no permitan las reuniones de grupos o asociaciones díscolas.
Recurre a los dirigentes de su partido ligados a la maphia y a los cargos
institucionales afines para que investiguen a cualquier disidente. Yendo más
lejos aún, intenta la protección del poder judicial. En ese viaje que
indistintamente traspasa la delgada línea de lo legal y lo ilegal, del dinero
que entra y que sale de las arcas municipales y organismos dependientes, sin
registro alguno, endeuda las instituciones que preside y gestiona. Pero de ello
nadie sabe nada y los libros no aparecen. Sin pudor alguno también se aprovecha
de las fuerzas de seguridad del Estado para acallar a quienes se atreven a
expresar las protestas. En fin, la maphia en estado puro.
Sin embargo, como en la última intentona la concejal se
mantuvo íntegra y no aceptó la oferta, la maphia se quedó fuera de la alcaldía.
Pero no quieta. Son muchos los intereses en juego y que hay que ocultar. Ahora
desde la sombra, la maphia pergeña cómo controlar el poder municipal. Toca por
allí y por allá. En silencio. Se producen movimientos en el equipo de gobierno;
y alguno se pone nervioso. En el pueblo, el temor se palpa, se respira. La
amenaza del regreso de la maphia a la alcaldía agita el aire invernal en estos
crudos días de marzo.
¿Es de la novela de Saramago de lo que hablamos?
5 comentarios:
Muchos nervios se ven en el Gobierno de Castril. ¿Que ha sido de la película idílica que se nos vendió? ¿Quien ha fallado Andrés e Isabel, o Miguel Javi y Alicia? ¿Se ha gobernado bien? ¿Quien gobierna realmente? Demasiadas preguntas y muy decepcionantes sus respuestas.
Auditoría al Centro Saramago, desde ahí fluía la sangre de la maphia, a través de unas artéreas más opacas que las del ayuntamiento.
La mafia esta asta en la sopa en este pais
En Castril tambien, aunque son aprendices, establecen sus objetivos y van al ataque... (suprimido por el administrador) un trio de agarrate que vienen curvas.
Que Saramago se inspiró en lo acontecido en Castril no me cabe la menor, refleja fielmente los pactos del 2007 con el concejal del PP.
Saramago demuestra su gran intelectualidad, reflejando lo que acontecería en las últimas elecciones, tan sólo le falto mencionar el viaje a Madrid de 2 caciques de los tres que tenemos para tratar de conseguir una vez más la alcaldía y el mantenimiento de sus privilegios.
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