Una año más, y
a pesar de la generalizada situación de crisis y empobrecimiento, tanto las
familias castrileñas y los familiares que volvieron a pasar unos días desde las
localidades donde se encuentran trabajando (o estudiando), como los visitantes
que aprovecharon las fiestas para venir a Castril, disfrutaron como en otros
años. Sin duda, para estos días de fiesta, una vez al año, se interrumpe el
forzado estilo de vida ahorrativo que se prolonga a lo largo de todo el año. Lo que sí
sucedió, es que al caer el día festivo de la “hispanidad” en sábado y no en
viernes, como el año pasado, la afluencia de visitantes en ese primer día de
toros fue menor, lo que se notó especialmente en los establecimientos
hosteleros y en la verbena.
Pero
finalizados estos días de diversión y relajamiento, la cruda realidad vuelve a
hacer acto de presencia, obligándonos a repensarla y darle respuesta. Estos
días, junto al debate sobre la nueva ley educativa, en la federación estatal de
municipios se discute la reforma de la administración local que pretende el
Gobierno. Una de las medidas que propone es la supresión de diversas competencias
en los ayuntamientos de menos de 20.000 habitantes. Entre estas destaca la
transferencia a las diputaciones (u otras entidades estatales) de los servicios sociales que dependen de los ayuntamientos
en la actualidad. Y este es uno de los temas que nos preocupa.
En muchas localidades
de las gobernadas por PP y PSOE se ha procedido a privatizar los servicios de
ayuda a domicilio, de manera que son empresas privadas las que lo gestionan.
Hasta ahora en Castril, a pesar de las insinuaciones que han llegado desde la
propia corporación municipal, no se ha planteado abiertamente. Y no parece que
el alcalde esté ahora mismo por ello. Pero si eso puede ser una buena noticia
para las familias beneficiarias (dependientes) y las trabajadoras de dichas
ayudas, no lo es tanto si se centralizan los servicios en diputaciones u otras
entidades estatales. Teniendo en cuenta que casi todas están gobernadas por
fuerzas políticas que han apoyado en muchos municipios la privatización, la espada de Damocles se
cierne sobre estos servicios.
¿Qué tiene de
negativo que sea una empresa quien gestione los servicios? En principio, una
empresa, como toda empresa, tiene como objetivo obtener unos beneficios de su
actividad. Y esos beneficios tienen que salir de las aportaciones que para la
dependencia otorga el Estado. Así, el salario (y jornada laboral) de las
personas que trabajan podría verse disminuido por las plusvalías que la empresa
necesita para proseguir su actividad. Además, la contratación de dichas trabajadoras
no dependería de los criterios de contratación que rigen en las administraciones
públicas, sino los propios de la empresa privada. Y como tal, se harán a voluntad
de la empresa. ¿Pueden tener asegurado su trabajo quienes lo ejercen en la
actualidad? Algunas podrán tenerlo (dependiendo de los "compromisos" de la empresa), pero no todas. ¿Y el salario? La
experiencia nos muestra que los ayuntamientos, que reciben el dinero desde
otras instituciones, pagan íntegramente los sueldos, aunque sean demasiado frecuentes
los retrasos (a veces priorizan otros pagos con ese dinero desde la denominada “caja única”,
lo que sin duda es una inadmisible irregularidad). Pero en el caso de las
empresas privadas que gestionan los servicios, la cuestión es aún peor, prolongándose
durante muchos meses el retraso, incluido el tener que reclamar ante diferentes
administraciones o instancias judiciales para obligar a las empresas a cumplir con
las obligaciones contraídas con las trabajadoras.
La
privatización de los servicios de ayuda a domicilio, aparte de los comentados perjuicios
sobre las trabajadoras, recaerá en última instancia en los propios usuarios,
pues la contratación de las trabajadoras atendiendo a criterios económicos y la
aparejada exigencia de productividad, siempre acabará repercutiendo en la calidad de la prestación (cuidados) que
reciben.
Con esto hemos
expuestos las razones por las que nos oponemos a la privatización de los
servicios de ayuda a domicilio, bien porque sea el propio ayuntamiento quien lo
decida, o bien porque pasen a depender de otras entidades estatales, como
plantea la pretendida reforma de las administraciones locales, que procedan de
dicha manera.
1 comentario:
Como decía Andrés Pérez López "pobres todos nosotros. Amén"
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