Es obligación de todo ayuntamiento conocer y preservar los bienes que le son propios. Cuando se opera un cambio de gobierno municipal, lo preceptivo es que el anterior equipo de gobierno y su alcalde entreguen las llaves y todo lo que pertenece al propio ayuntamiento. Además, debe facilitar la documentación que permita conocer la situación patrimonial y financiera. No lo olvidemos: hay cuestiones que tienen que hacerse por ley, y otras, por lealtad institucional.
Pero en Castril lo que ha sucedido no ha sido ni una ni otra cosa. Ni se entregaron las llaves (ni móviles) ni se traspasó la documentación necesaria para el conocimiento de la situación patrimonial del ayuntamiento. El anterior alcalde, sencillamente, se largó del pueblo en cuanto fue sustituido del mando. Un hecho significativo de lo que siente por el pueblo y del aprecio que tiene a los principios de la democracia.
En esa situación, el ayuntamiento tiene que obrar con celeridad, tiene la obligación de tomar las medidas necesarias para salvaguardar los bienes públicos y proceder a su inventario. La primera medida, y así fue tomada por el ayuntamiento, consistió en el cambio de cerraduras en todas las dependencias municipales. Entre ellas, las del Centro Cultural J. Saramago. ¿Cuántas llaves del Centro y demás dependencias hay circulando o se encuentran en manos de personas que carecen de competencias para su uso? Ni fueron depositadas el viernes 10, que era el día preceptivo para su entrega, ni nadie advirtió de la situación de estas dependencias. Todo esto se hacía más necesario a la vista de que en los días previos al pleno de investidura habían sacado del ayuntamiento cajas con materiales diversos, todo ello sin dejar constancia en los libros de registro. Evidentemente, el cambio de cerraduras es una medida preventiva ante posibles pérdidas o sustracciones.
Tras proceder al cambio de cerraduras, el concejal Francisco Javier Dengra entregó copia de las llaves a los trabajadores del Centro y personas autorizadas. Pero la sorpresa vino el día después, cuando tras más de 10 días desaparecido, aparece el exalcalde y da su particular versión de los hechos al corresponsal en Baza del diario “Ideal”. El periodista, erre que erre, da pábulo de credibilidad a todo lo que José Juan López le dice. Por supuesto, no pregunta a la otra parte, al alcalde u otros responsables del consistorio.
Las dependencias ocupadas por el Centro Cultural son dependencias municipales . Este Centro se financia a través de la Diputación. Según la información disponible, una entidad constituida como fundación, y cuyo presidente es el mismo que ejerce en la Diputación, en la que participa, además del Ayuntamiento de Castril, la Universidad de Granada, ha gestionado las actividades de dicho Centro. Pero en el ayuntamiento, a día de hoy, no han tenido constancia contractual de ninguno de esos extremos. Según la información extraoficial, fue nombrado gerente del Centro el alcalde de Castril. Pero tras la constitución de los nuevos consistorios, el alcalde no es el mismo de la anterior corporación. Por tanto, lo que correspondía es que el anterior alcalde hubiese hecho entrega de las llaves y documentación que acredite la gestión de esas dependencias municipales a través de la mencionada fundación, sus estatutos, registro, inventario, contabilidad, etc. No hizo nada de ello.
Prosiguiendo en la ceremonia de confusión, no aclara que la Fundación J. Saramago, presidida por Pilar del Río, con sedes en Lisboa y Lanzarote, no tiene nada que ver con la Fundación Centro Cultural J. Saramago, presidida hasta ahora por M. Caler, presidente de la Diputación de Granada en la legislatura que ahora termina, y con única sede en Castril. De la información dada por el periodista (“erre que erre”), parece que el ayuntamiento no estuviera interesado en continuar con las actividades de la Fundación Centro Cultural J. Saramago y que el cambio de cerraduras tuviera que ver con cierta hostilidad, por parte de los nuevos responsables del municipio, a la labor que el Centro hubiera desarrollado y la que podría tener en el futuro; como si no hubiese un reconocimiento de la importancia de la figura de J. Saramago y su ligazón con Castril y lo que ha supuesto para el conocimiento y promoción de la villa de Castril. Entre los aspectos de ese agradecimiento, explícitamente reconocido por el gobierno municipal, está el que pueda utilizarse el nombre de Saramago para denominar a la fundación Centro Cultural.
El anterior alcalde podrá decir lo que quiera, pero en los programas y en las intervenciones públicas de las personas actualmente responsables del ayuntamiento, se ha insistido hasta la saciedad en la necesidad de que el Centro Cultural sirva para dinamizar la vida cultural de Castril. Esta información también la hemos podido recabar directamente ante el equipo de gobierno. Sus miembros han estado de acuerdo en que debe ser un Centro abierto, un espacio plural y del que pueda participar el pueblo. Sí, algo muy diferente del uso que se le ha venido dando, como un mero instrumento al servicio de la vanidad y ego personal del anterior alcalde, diferente también de la propagación mediática de sus actividades para generar falsas ilusiones, diferente del uso para la promoción personal al amparo de los nombres de prestigio que han avalado su puesta en marcha. Ese Centro, a pesar de las chinitas que ponga su anterior gerente, es posible y deseable.