La situación económica del
ayuntamiento no es buena. Llevamos tiempo advirtiendo que la ingente deuda
contraída por el anterior alcalde impide que ahora se pueda realizar la gestión
adecuada y que podría esperarse de un ayuntamiento de presupuestos como el
ayuntamiento de Castril. En esas circunstancias, la racionalización del gasto
se impone como un deber. Es un deber, porque antes que nada hay que tener la
preocupación porque en tesorería haya siempre la liquidez necesaria para que en
todo momento esté garantizado el pago de
las nóminas. Cualquier otro gasto, de la índole que sea, tiene que supeditarse
a la disponibilidad del gasto prioritario; esto es, el que todas y todos los
trabajadores que reciben su salario del ayuntamiento, puedan cobrarlo a final
de mes.
Hemos podido saber que se está
pendiente de algunos ingresos que podrían permitir el pago de las nóminas. Pues
eso es lo que se tendría que haber gestionado con carácter de emergencia. Aunque
sea un poco tarde, hay que tratar de hacerlo ya.
Algunas voces de la oposición
parecen culpar de la situación económica a la gestión actual, al gasto
desmesurado -según ellos- en obras y al pago de sueldos a los concejales del
equipo de gobierno. Eso, no decimos que no, puede haber repercutido
coyunturalmente en la escasez de liquidez en tesorería, pero no tiene nada que
ver con la deuda acumulada de casi un millón
y medio de euros (reconocida algo más de un millón de euros). Tampoco
debemos olvidar que de los cuatro concejales que cobran del ayuntamiento, que
sepamos, la mayoría no ha cobrado nada desde hace algún tiempo. Y, repetimos,
el ayuntamiento no ha visto mermados ostensiblemente sus ingresos como consecuencia
de la crisis. Aquí no hubo boom inmobiliario que ahora se haya desinflado. Si
el ayuntamiento está ahora en crisis es sólo debido al derroche de gastos,
descontrolados, e innecesarios por superfluos bastantes de ellos, de la etapa
anterior.
Por otra parte, los presupuestos
deben aprobarse sin más demora. Se aprobó el plan de ajuste, donde se contemplan
todas las partidas de ingresos y gastos; por lo que lo único que queda pendiente
es detallar cómo se van a aplicar dichas partidas. Eso no es tarea difícil, aunque tendrán que ponerse de acuerdo en las
reducciones de sueldo a concejales y en las tasas del agua que permitan
equilibrar con los gastos de gestión y mantenimiento. Y una vez aprobados, escrupulosa fidelidad a ellos.
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