El sábado día
10 empezó la campaña electoral para las elecciones al Parlamento Europeo del
día 25 de mayo. Sin embargo, hasta el momento, en Castril, ninguna fuerza
política ha realizado o anunciado algún tipo de actividad para motivar la
participación, explicar su programa y pedir el voto.
Si
tradicionalmente la población suele estar sentir este tipo de elecciones como
algo lejano, en esta ocasión el desinterés hacia ellas parece alcanzar cotas
máximas. Y no puede negarse que existan motivos para alejarse despectivamente
del circo electoral que suele organizarse. Ya se sabe lo que sucede después de
las elecciones: promesas y programas que no se cumplen, decisiones políticas que
son finalmente tomadas por poderes ajenos a los representantes, privilegios de
la clase política, corrupción, etc. Por tanto, es comprensible la escasa
motivación para participar. Y si, como en este caso, es un Parlamento que
parece lejano y sin capacidad para gestionar los asuntos que afectan
directamente a la ciudadanía, la baja participación es más que probable.
Pero aquí hay
más de un error de interpretación. En primer lugar, porque se presentan
opciones políticas que no tienen nada que ver con la clase profesionalizada
(fundamentalmente PP y PSOE, más CiU y PNV). En segundo lugar, porque al no
votar se deja en manos de quienes sí lo hagan la decisión de elegir a los
representantes (y gobernantes en última instancia), con lo que los elegidos
contarán con la legitimidad de los votos y podrán sustentar su capacidad para
tomar decisiones (nos gusten o no) en el porcentaje obtenido entre el
electorado que participó. Por otro lado, y en tercer lugar, sabemos que
decisiones especialmente relevantes se toman en numerosas ocasiones fuera de
los parlamentos nacionales, desde las instituciones de la Unión Europea. Entre ellas, no lo olvidemos, el
Parlamento Europeo aprueba normativas de obligado cumplimiento por los
diferentes Gobiernos. Por último, sería razonable y legítimo no acudir a votar si
a la vez se plantearan propuestas políticas, movilizaciones y actitudes
alternativas a las que defienden las fuerza que reclaman el voto ciudadano. Si
no es así, habría que estudiar seriamente lo que nos proponen quienes piden el
voto.
Ningún ciudadano/
ni vecino/a de Castril debería tomarse a la ligera estos comicios. De su
resultado dependerá si queremos que el proceso de construcción europea se ponga
al servicio de los mercados, del capital económico y financiero, o al servicio
de los pueblos y de las necesidades humanas. Dependerá si el tratado que en
secreto negocian la UE con los EE.UU (de obligado cumplimiento para los
Estados) beneficie los intereses del capital norteamericano y las grandes multinacionales,
perjudicando la agricultura europea, las normas de protección ambiental, los
servicios públicos, etc., o respete los derechos conquistados en los países
europeos, especialmente los económicos, sociales y ambientales. Sobre lo que
finalmente recoja el tratado que se apruebe, en buena medida dependerá del Parlamento
Europeo.
Nos guste o
no, todos estos aspectos tendrían que ser considerados antes de decidir el voto.
Y para ello, aunque por ahora la información brille por su ausencia, es
necesario saber qué se nos propone desde todas y cada una de las fuerzas políticas
que reclaman el voto.